Sunday, September 5, 2010

El Club de los Pipirinos (Parte I)

Recordando cosas de esas que uno hace y que nadie le cree, una de las que más frecuentemente me viene a la mente es la de cuando un grupo de amigos del Tecnológico y yo empezamos con la costumbre de irnos a la playa en bici.
El primer viaje fue un experimento desde todo punto de vista, la mayoría de nosotros habíamos competido en ciclismo o triathlon aunque todos éramos en principio nadadores y no ciclistas, el problema de llevar el equipaje, donde dormir, qué comer, etc. Todo era nuevo para nosotros.
Para ese primer experimento decidimos ir a una playa cercana en la época de Semana Santa, el lugar escogido fue Playa Herradura en el cantón de Garabito en Puntarenas que además de estar cerca se puede acampar y hay comercios cercanos.
En esa época todos estábamos mal equipados para hacer viajes y Sergio era el único que tenía una bici tipo Mountain Bike, Iván y Yo íbamos en bicis de ruta y Master (conocido como Alberto Espinoza) en "La Mosca".
La Mosca era un interesante híbrido entre una BMX y una bici de ruta, no era ninguna de las dos y no se parecía a nada que ud. pueda encontrar en ningún lado, un Frankenstein hecho bicicleta, una mezcla de todo pero sin ser similar a niguno de los orígenes de sus partes, era pues otro de los muchos experimentos hechos para ese viaje.
De mi parte mi preocupación fue por el equipaje y el equipo de acampar, tenía que ser fácil de llevar en la bicicleta y con el menor peso posible, mi primera idea fue "no llevar nada a cuestas, llevar todo en la bici", la experiencia de años siguientes me demostró que esa fue una sabia ruta a seguir y una recomendación que siempre le doy a los que quieren hacer "touring" por primera vez.
Como para el viaje no pude encontrar un "rack" de aluminio ni maletines adecuados tuve que usar un "rack" de metal con maletines hechos (adaptados) a mano, lo cual hizo que el asunto del peso no fuera óptimo en realidad. Para acampar, llevaba una hamaca militar, un toldo de tienda de campaña, una tortuga (ollas platos y utensilios en un solo paquete tipo militar) de aluminio y una cocina pequeña de gas.
Así pues salimos en Semana Santa de 1992 hacia Herradura, Sergio Alvarez, Alberto Espinoza (Master), Ivan Fontana y Yo en bicicleta hacia Playa Herradura. También iba, pero no en bici, Mauricio Álvarez (el hermano de Sergio).
Cabe mencionar que muy "atinadamente" "escogimos" el día del equinoccio de verano, que en Costa Rica gracias a que nuestro hermoso país está tan cerca del ecuador hace que los rayos solares caigan perpendicularmente a mediodía, además es el día más largo y caliente del año Y NOSOTROS PEDALEAMOS ESE DÍA!!!, para ser exactos en horas del mediodía estábamos pasando por Carara sin sombra y casi sin agua.
Pero no nos adelantemos, nuestro primer encuentro con el Monte del Aguacate también fue bien interesante.
La subida fue por demás tranquila en el sentido que íbamos de madrugada (habíamos salido a las 5 am de San José) así que en la mayoría del trayecto no llevábamos el pesado sol del equinoccio en nuestras espaldas, si extenuante, la falta de costumbre de llevar equipaje nos hizo parar a tomar aire, "no vuelvan a ver para arriba!" decía Iván de vez en cuando. Una vez que llegamos arriba descansar unos minutos, tomar agua y CAÍDA LIBRE!!!
La bajada del Aguacate fue toda una aventura, de ahí acuñamos la frase "bajamos borrosos" porque ahí se puede ver hasta abajo toda la carretera y saber si vienen carros, así que es cuestión de dejarse ir y uno sabe desde bastante distancia si viene algún carro en el carril contrario, los carros que iban bajando en realidad son nada más un estorbo, solo los rayábamos cuando era posible. Al llegar abajo otra de nuestras frases favoritas "tuvimos que esperar al ángel de la guarda que nos alcanzara" jajaja.
En Orotina comimos frutas para desayunar y recargamos agua (aunque después nos dimos cuenta que no era sificiente) y a pedalear en el ahora sí candente sol de la costa con rumbo a herradura.
Algunos eventos no están tan claros en mi memoria , especialmente porque para el mediodía y con el sol abrasador del pacífico sur íbamos pedaleando como zombies y por supuesto nos empezaron a sonar las tripas del hambre.
Paramos en uno de esos restaurantes a la orilla de la carretera creo que después de Tárcoles, no recuerdo el nombre desgraciadamente, porque luego nos dimos cuenta del horrible garrotazo que nos dieron en la nuca con precios para turistas gringos en nuestros bolsillos de estudiantes pobres.
Después de la comida no nos sentíamos muy satisfechos por el dolor de billetera.
Continuamos pedaleando, al pasar por una de esas partes donde la costanera se aleja un poco de la costa y hay alguna pequeña montaña que subir nos encontramos un hato de ganado cebú, casi todos toretes, cuando Sergio e Iván pasaron rápidamente , algo en las bicicletas les asustó y empezaron a hacer cabriolas y a brincar por todo lado, Master y yo continuamos pedaleando inmóviles esperando que ninguno se sintiera muy valiente como para cornear una bici ( que por fortuna no sucedió).
Con todo esto alrededor de las 3 de la tarde llegamos a Playa Herradura, en esa época desde la entrada de la carretera hasta la playa todavía era calle de lastre así que Iván y yo que íbamos en bicis de ruta, tuvimos que entrarle con cuidado para no pinchar.
Buscamos un lugar apropiado en la playa para montar el campamento y justo allí cuando paramos fue cuando hicimos conciencia de que estábamos aproximadamente a 130km de San José con únicamente nuestras bicis como transporte de regreso, puede sonar muy simple y la verdad algunos de nosotros ya habíamos pedaleado distancias similares en entrenamientos, pero esto era diferente. Cuando uno hacía un "fondo" de bici al final de la jornada uno estaba en su casa, donde comía se echaba un baño y se iba a dormir o a ver tele, acá no había casa, el baño era alquilado y no había tele, además para regresar había que pedalear toda la distancia de nuevo.
Después de varios viajes (en el segundo viaje incluso) eso ya no importa, se hace algo normal, pero esta era nuestra primera aventura de este tipo así que uno lo reflexiona por un rato.
Para muchos, que no nos conocen, les puede intrigar el título de este post "El Club de los Pipirinos", bueno a partir de acá vamos a empezar a explicar de que se trata.
Solo como antecedente, los Pipirinos eran unos personajes de un corto educativo del programa "Plaza Sésamo" la versión latina de "Sesame Street" que supongo que tenía como objetivo enseñar a los niños a restar, empezaba por 10 Pipirinos que al son de una rima iban teniendo una serie de accidentes e iban reduciendose en número hasta que solo quedó uno.
Al día siguiente nos dedicamos a las actividades de playa normales, nadar , hacer "pellejo surfing" (o sea surf sin ninguna tabla mas que el cuerpo de uno), comer y dormir, el día después íbamos a partir de regreso a San José.
En la tarde de ese día fue cuando los elementos la emprendieron en contra nuestra.
El oleaje por el clima tempestuoso se puso bastante fuerte , algo poco común en herradura, nosotros ... felices a fin de cuentas hacía el mar más divertido, pero una de esas grandes olas revolcó a Mauricio y le desmontó la rodilla.
Era una vieja lesión y algo que ya le había pasado pero el asunto era que había que montarle la rodilla de nuevo.
Ya había anochecido y llovía a cántaros, Master y yo usamos hamacas con toldo para dormir, Sergio,Mauricio e Iván usaron una pequeña tienda de campaña. Yo solo podía escuchar mientras Master y Sergio trataban de montar la rodilla de Mauricio.
A muchos les podrá parecer algo trágico pero en realidad debido al carácter de Mauricio era algo jocoso cuando uno lo que oía era "es que se me olvido el manual de armado en la choza". Bueno fue hasta la madrugada que lograron montarle otra vez la rodilla, Mauricio fue el primer Piririno en caer... y quedaban 4.
Muy de mañana y apenas saliendo el sol, empapados porque en realidad la lluvia fue tan copiosa que los toldos y tiendas no lograron refugiarnos mucho, nos dispusimos a tomar un desayuno para poder emprender el viaje de regreso a San José, Mauricio aunque todavía renqueaba como no andaba en bici podía tomar el bus, aunque si tenía que caminar todo el trayecto hasta la carretera que era donde paraba el bus, Master, Ivan, Sergio y yo tomamos las bicis y empezamos a pedalear. Uno de mis experimentos con maletines hechos en casa para viajes fracasó exitosamente y se desarmó en pedazos por el viaje y la lluvia, por fortuna una tía mía estaba veraneando en Herradura y pude mandar algunas cosas con ella que no me cabían en el maletín que restaba.
Para las personas que acostumbran viajar unicamente en carro el trayecto de Herradura a Orotina les puede parecer "todo plano", claro llevan el motor de un carro que los impulsa, cuando uno viaja en bici, las pendientes y montañas tienen otro punto de vista pues la fuerza para subir y moverse viene de nuestras propias piernas, en realidad el camino de Herradura a Orotina es lo que los ciclistas llaman un "columpio" ascendente, hay pequeñas subidas y bajadas y siempre se dirige uno hacia una zona más alta, cada pequeña subida requiere un extra de energía.
Aquí perdimos al siguiente Pipirino, a pesar de haber tenido la suerte de encontrar un puesto de agua de pipa en medio del desierto (en verdad el lugar era árido, sin sombra, en subida y nada en kilómetros a la redonda) cuando llegamos a Orotina Iván nos dijo que tiraba la toalla y que iba a cargar la bici en un bus y se iba de regreso por ese medio, eso fue más un asunto sicológico en realidad, en estos viajes eso pesa más que el cansancio físico y después de una noche sin dormir me imagino que la subida del Monte del Aguacate por su lado más empinado no es muy auspiciosa... ahora solo quedaban 3 Pipirinos.
Llegamos a la base del Aguacate y a empezar a subir "no vuelvan a ver para arriba" diría el finado Iván.
Llevábamos pocos minutos de empezar a subir cuando sentí el primer pinchonazo de mi bici. Ok... un pinchonazo, que pereza, pero bueno a parchar el neumático y a seguir pedaleando, era algo normal que estábamos habituados a hacer, excepto que minutos más tarde volvió a ocurrir!
Sería muy largo el relato si los detallo todos pero fueron en total 11 pinchonazos, cada vez uno de nosotros probaba su turno por si era que alguno había reparado mal la la llanta, al 10mo pinchonazo yo solté un grito de estress que hizo volar los pajaritos del monte, jajaja, ya estaba harto de pinchar.
Hay un punto en el aguacate donde la pendiente es especialmente empinada y al final de la cuesta hay un pueblito llamado Desmonte, ahí fue donde el último pinchonazo sucedió y ya sin parches para arreglar el neumático ( y harto de hacerlo) decidí llamar a mi casa para que me vinieran a recoger, mi padre que en paz descanse con infinita paciencia vino por mí y mi bici, la autopsia del artefacto nos reveló mas tarde que el mae del ciclo donde llevé a armar los aros había dejado algunos radios sobresaliendo dentro de la cinta y que pegaban directamente en el neumático.
Yo fui el 3 Pipirino en caer... solo quedaron 2.
Master y Sergio continuaron el camino ya bastante tarde por el atraso de los pinchonazos así que para cuando iban bajando a la Garita les había caído la noche.
Una vez mas hay que recordar que en estos viajes primerizos el equipo usado era algo menos que apropiado así que ninguno cargaba luz de halógeno o algo parecido, Master y Sergio solo llevaban un foco de baterías pequeño común. Eso en carretera que no tiene mercurios equivale a nada, solo sirve para que los carros que vienen de frente sepan que viene una bici por la pequeña luz, el ciclista se la tiene que jugar como un vikingo porque en realidad no se ve nada, y aquí es donde casi perdemos al último Pipirino, Sergio no logró ver el borde de la carretera y casi sigue derecho hacia el precipicio, afortunadamente este último no pasó, pero para efectos nuestros fue un Pipirino más ( o menos en realidad ).
El asunto es que Master y Sergio terminaron la accidentada travesía, nuestro primer experimento y el bautizo del Club de los Pipirinos que forjó amistades que han perdurado más de 20 años y que aún recordamos.

[Disfrute la segunda parte de El Club de los Pipirinos]

3 comments:

  1. Pirus, Pirus...no lo he leido todo...pero siga, siga.

    Llegue al raid de Cabuya po favor...leyendo por encimita veo que el tema de su bici metiéndolo en problemas era endémico, eso le pasa por siempre jugar de mecánico (de donde vendrá eso?)...

    Siga, siga, llegue a los lejanos y recordados 1994?

    (semi)Pipirino Juan

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  2. Buenísimo Piru! muy tuanis la historia!

    Juancho, nada de (semi) sos uno de los pipirinos posteriores, vos te habías hechado un viaje con nosotros. Con eso basta. je je!

    Esperemos por las otras historias.

    Que bonitos recuerdos de hace tan solo 18 años! je je!

    Sergio

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  3. Pirulo buenisimo el relato, voy con los siguientes

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